Es una pesada reja, rematada abajo en puntas que
formaba parte de las fortificaciones de la puerta y que protegía al castillo de los ataques invasores.
A menudo eran dos los rastrillos en la puerta principal, el de la parte
interior se cerraba primero y luego el externo, pudiendo así atrapar el
enemigo y, en ocasiones, se dejaba caer madera ardiendo o arena calentada al fuego sobre ellos desde agujeros en el techo.
En la pizarra digital estuvimos viendo fotografías de rastrillos. Si al enemigo le pillaba el rastrillo justo debajo y se le clavaban las puntas... decían mis alumn@s.
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